Adiós a Pupy: la última elefanta del Ecoparque porteño inicia una nueva vida y marca un hito en la transformación del ex Zoológico de Buenos Aires

El Ecoparque vivió una jornada cargada de emoción y significado: Pupy, la última elefanta que habitó en la Ciudad de Buenos Aires, comenzó su viaje hacia un nuevo hogar, adaptado a sus necesidades y con condiciones óptimas para su bienestar. Este traslado no solo simboliza el cierre definitivo de una etapa, sino también la consolidación de una transformación profunda y comprometida con la vida silvestre.

El predio que hoy conocemos como Ecoparque, ubicado en el corazón de Palermo, fue durante más de un siglo el Zoológico de Buenos Aires. Inaugurado en 1888, fue por décadas uno de los paseos favoritos de porteños y turistas, que recorrían sus senderos observando animales traídos de distintas partes del mundo. Sin embargo, con el correr del tiempo, el paradigma cambió. La sociedad comenzó a replantearse el rol de los zoológicos y a exigir nuevas formas de vincularse con la naturaleza, que prioricen el respeto y el bienestar animal por sobre el entretenimiento.

En 2016, el Gobierno de la Ciudad decidió cerrar definitivamente el zoológico y avanzar con su reconversión en un Ecoparque. Desde entonces, el espacio se transformó en un centro dedicado a la educación ambiental, la conservación de la biodiversidad y la rehabilitación de fauna silvestre. Un cambio que no solo implicó obras de infraestructura y reconfiguración del espacio, sino también una tarea titánica: derivar a más de 1.000 animales a santuarios, reservas naturales y centros de conservación donde pudieran tener una vida más acorde a sus necesidades naturales.

Pupy, una elefanta asiática de más de 50 años, fue testigo silenciosa de esa transformación. Vivió gran parte de su vida en el antiguo zoológico y, con el correr de los años, se convirtió en uno de los últimos símbolos del viejo modelo. Su traslado, que requirió una planificación cuidadosa y un operativo logístico complejo, marca un antes y un después. Representa la culminación de un proceso en el que cada animal fue protagonista de una decisión basada en el respeto y el cuidado.

Hoy, el Ecoparque se consolida como un espacio de reflexión, aprendizaje y acción concreta por el ambiente. Allí ya no hay espectáculos con animales ni jaulas exhibidoras: hay senderos educativos, programas de conservación, áreas de rehabilitación y un compromiso activo con la fauna autóctona.

El equipo del Ecoparque, compuesto por veterinarios, biólogos, cuidadores y especialistas en fauna silvestre, fue clave para que este cambio fuera posible. Su trabajo, muchas veces silencioso pero profundamente dedicado, es lo que permite que historias como la de Pupy tengan un final esperanzador.

“Seguimos adelante, reafirmando nuestro compromiso de cuidar y proteger la biodiversidad”, expresaron desde el Gobierno porteño tras la partida de la elefanta. Una frase que resume la nueva misión de este pulmón verde de la ciudad, donde el respeto por la vida, en todas sus formas, es ahora el valor principal.

Pupy ya está en camino hacia una vida mejor. Y con ella, viaja también la esperanza de un futuro donde los animales puedan vivir en libertad, lejos de rejas y cerca de su naturaleza.