El origen del estornudo desafía a la ciencia
Daba la vuelta a el rincón para llegar a la parada del autobús en el momento en que me dio de lleno: un refulgente rayo de sol justo entre los ojos. Mi reacción fue inmediata: un picor desapacible en la nariz, la respiración se me aceleró y empezó el lagrimeo en los ojos. Entonces, prácticamente tan deprisa como había venido la sensación, alivio, bendito alivio. ¡Aaachíiis! Un estornudo.
No era la primera ocasión. En verdad, me pasa lo mismo toda vez que salgo a pleno sol. A lo largo de bastante tiempo creí que era una simple manía. Mas entonces, un amigo mentó que tenía una afección afín. Lo siguiente fue que mi madre confesó que a ella asimismo le ocurría. Con solo pesquisar un tanto a mi alrededor, llegué a una conclusión sorprendente: no solo no soy el único, sino el “reflejo de estornudo fótico” es, en verdad, normal.
Cuánto de normal no se sabe, mas la cosa está en que entre uno de cada diez y uno de cada 3 de nosotros estamos perjudicados. Asimismo he descubierto que el treinta y cinco por ciento de mis colegas de trabajo padecen estornudos fóticos. En consecuencia decidí hacer un viaje al origen del estornudo
Mas pese a que todo el planeta lo hace, aún no comprendemos completamente de qué forma se las arregla el sistema inquieto para regular un estornudo normal. Y menos uno fótico.
El estornudo tiene su origen en el sistema inquieto parasimpático, esa una parte de nuestro hardware que regula las actividades reflejas, desde la producción de lágrimas y saliva hasta el traslado de los desechos de la digestión a través del instestino y hasta el colon. Los nervios que regulan el estornudo en este sistema tienen relación con parte del leño encefálico que conocemos como medula más larga que ancha.
Ensayos dirigidos por estudiosos del Asahikawa Medical College de el país nipón en mil novecientos noventa mostraron que era de esta manera en los gatos, y semeja que asimismo se comprueba en humanos, en tanto que ciertas personas con la medula dañada pierden la capacidad de estornudar.
Mas otras se procuran cualquier “excusa” con tal de asistir al pañuelo y percibir un “¡Jesus!”: comer menta, tomar vino, depilarse las cejas y el sexo son ciertas causas más extrañas. Y existe el caso de un estudiante de medicina que, con precisión suiza, estornudaba cada mañana a las 8 y veinte.
El particular misterio de la luz solar como origen del estornudo tiene una larga historia. En el siglo IV a. de C., Aristóteles preguntó por qué razón el calor del sol nos impulsaba a estornudar, al tiempo que el calor del fuego no lo hacía. Una contestación parcial vino 2 milenios después, cuanto el pensador naturalista inglés Francis Bacon probó que su estornudo fótico no guardaba relación con el calor: si cerraba los ojos cuando salía al sol, no estornudaba, si bien obviamente el calor estaba ahí.
En mil novecientos sesenta y cuatro, Henry Everett, asesor siquiátrico del Hopsital Universitario Johns Hopkins realizó una investigación de estornudo fótico para saber cuánto influía el factor genético. El ochenta por ciento de los voluntarios aseguraron que entre sus familiares próximos había otros con esta peculiaridad.
La relación es demasiado significativa para ignorarla, en tanto que sugiere que el estornudo fótico es una contestación más heredada que adquirida por las condiciones ambientales. Estudios siguientes han corroborado que hay un gen dominante, de tal modo que alquien que tenga una sola copia puede estar perjudicado, lo que es conocido como herencia autosómica dominante.