Plan para combatir la plaga que ataca a los jacarandás
Hay más de 12.000 jacarandás que adornan las calles de la Ciudad de Buenos Aires y 3.000 más en parques y plazas. Pueden verse a lo largo de las avenidas del Libertador, Cabildo y Figueroa Alcorta, entre otras, y predominan en los barrios de Palermo, Recoleta y Belgrano.
El insecto, conocido como chinche de encaje o mosquilla del jacarandá, mide menos de 3 milímetros, es de color rojizo y se encuentra en las hojas tiernas del jacarandá. Se alimenta de la savia de los árboles, ocasionando la caída de sus hojas aún verdes y la muerte de los brotes y hace que estos ejemplares se queden sin hojas en 10 días. Es frecuente en la región mesopotámica, en la provincia de Entre Ríos, en épocas donde las temperaturas superan los 30 grados.
A fines del año pasado y durante el verano de este año se detectó su presencia en jacarandás en Santa Fé y la alerta fue lanzada por el Colegio de Ingenieros Agrónomos de esa provincia. Pero nunca antes había sido detectada en Buenos Aires.
A fines de febrero, en el Jardín Botánico comenzaron a notar que varios ejemplares de esta especie estaban perdiendo sus hojas. Enseguida se lanzó un plan para relevar los 15.000 ejemplares que tiene la ciudad y se detectó que un 10% se encuentran afectados por esta plaga.
Frente a esta situación el gobierno porteño, a través de la Dirección General de Espacios Verdes, lanzó un plan de emergencia para combatir la plaga con un fuerte insecticida.
El Ministerio de Ambiente resolvió combatir a la plaga con imidacloprid, un insecticida que es usado también en pipetas antipulgas que se les colocan a los perros. Como la fumigación está descartada por los riesgos que puede traer a las personas, se van a probar dos métodos diferentes para aplicarla: uno es inyectando el insecticida al árbol, cuyo efecto tarda entre 24 y 72 horas y es necesario aplicarle entre 5 y 6 jeringas por ejemplar. El otro es a través del riego, pero el efecto demora una semana.