Preparativos contra cortes de luz y el desafío del verano en el AMBA
El Gobierno Nacional y las empresas del sector eléctrico intensifican esfuerzos para enfrentar posibles cortes de luz este verano. Pese a las señales positivas, las altas temperaturas y el uso masivo de aires acondicionados ponen en alerta al Área Metropolitana de Buenos Aires, donde se concentra la mayor demanda energética del país.
El Gobierno, junto con las generadoras, distribuidoras y transportistas de electricidad, avanza en un plan destinado a mitigar los riesgos de cortes de luz durante los picos de consumo previstos para el verano. La combinación de una red con décadas de inversión limitada y una alta demanda energética propia de las olas de calor plantea un escenario desafiante. Sin embargo, factores como mayores precipitaciones en Brasil y temperaturas que podrían ser más moderadas ofrecen un panorama algo más alentador.
El Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), hogar de cerca de un tercio de los usuarios de electricidad del país, se posiciona como la región más crítica. Según las estimaciones, los momentos de mayor consumo ocurren entre el mediodía y las cuatro de la tarde, cuando los aires acondicionados incrementan su uso. Este equipo representa una carga de 10.000 megawatts (MW) a nivel nacional, un 40% más que el promedio anual. En el AMBA, el consumo alcanza un pico de 12.000 MW, de los cuales 7.000 MW provienen del sistema interconectado y 5.000 MW son aportados por las centrales locales.
Durante los últimos meses, las generadoras se concentraron en el mantenimiento de plantas y equipos antiguos que dependen de combustibles fósiles para operar. Este trabajo es esencial para garantizar un suministro adecuado en las jornadas de alta demanda, como las vividas el verano pasado, cuando se registró un máximo histórico de 29.653 MW a nivel nacional. Cammesa, la administradora del mercado mayorista eléctrico, proyecta que este récord será superado en 2025, alcanzando los 31.000 MW.
Entre las medidas adoptadas, el Gobierno negocia con grandes industrias una reducción temporaria de su consumo a cambio de compensaciones económicas. Estas interrupciones planificadas, comunes en verano, buscan liberar capacidad para atender la demanda residencial y comercial durante las horas pico.
Por otra parte, la Secretaría de Energía de María Tettamanti anunció que próximamente abrirá una licitación para modernizar y ampliar las redes de alta tensión. El proyecto inicial, valorado en 1.000 millones de dólares, tiene como objetivo reforzar el sistema en el AMBA y será financiado mediante cargos a los usuarios en las facturas de luz. Aunque su ejecución tardará al menos tres años, esta obra marcará el inicio de una renovación necesaria tras una década de escasas inversiones.
Asimismo, las distribuidoras Edenor y Edesur trabajan en paralelo para reforzar sus redes, sumar generadores móviles y ampliar sus cuadrillas técnicas. En conjunto, han lanzado campañas de concientización para promover un uso eficiente de la electricidad en los hogares, destacando prácticas que podrían reducir hasta en un 30% el consumo esperado.
El período de vacaciones podría ser un alivio para el sistema eléctrico si las olas de calor coinciden con enero y febrero, cuando gran parte de la población se encuentra fuera de la ciudad. Sin embargo, un evento prolongado en marzo sería más complicado de gestionar, ya que el regreso a clases y a la rutina laboral aumenta significativamente la demanda energética.
En este contexto, los recientes aumentos tarifarios y la reducción de subsidios se presentan como elementos “disciplinadores” del consumo residencial, según explican en despachos oficiales. Las facturas de gas durante el invierno, que anticiparon esta tendencia, pueden servir de ejemplo para los usuarios que buscan moderar sus gastos en electricidad.
Desde las empresas del sector advierten que 2025 representará un desafío significativo, pero alertan que, sin señales claras de inversión, la situación podría empeorar en los años siguientes. Muchas de las máquinas que generan energía tienen entre 50 y 60 años de antigüedad y deberían ser reemplazadas para evitar un colapso futuro.